(EFE).- Las autoridades chinas aseguraron hoy que el riesgo de radiación en las centrales nucleares japonesas tras el terremoto del pasado viernes no modificará su plan de energía nuclear, uno de los más ambiciosos del mundo.
“En estos días se habla mucho del accidente de la central nuclear de Japón, y todo esto nos hace reflexionar sobre el uso de las energías más tradicionales y las nuevas. Pero naturalmente el terremoto de Japón no va a cambiar nuestra política de desarrollo de energía”, señaló Shi Lishan, subdirector general del Departamento de Nuevas Energías y Renovables de la Administración General de la Energía de China.
“Aunque la energía nuclear no es mi ámbito, el impacto que produzca el terremoto (de Japón) en el uso de la energía nuclear no tiene que cambiar nuestra idea con respecto al uso de la energía nuclear”, agregó Shi.
La administración a la que pertenece Shi está adscrita al máximo órgano de planificación de China, la Comisión Nacional de Reforma y Desarrollo.
No obstante, el terremoto de Japón “sí es un motivo para mejorar las tecnologías actuales” en el plan de expansión chino, aseguró el funcionario durante un coloquio sobre energías renovables en la sede del Instituto Cervantes en Pekín.
Shi aclaró que “en Japón las centrales nucleares utilizan tecnología de segunda generación,pero ahora lo que se está usando en el mundo es la tercera generación”.
Se trata, añadió, de un “progreso notable que sobre todo mejora la prevención de accidentes y la protección del medio ambiente y del ser humano en caso de accidente. Por eso, repito, el terremoto de Japón no cambiará nuestra voluntad de usar la energía nuclear pero sí de mejorar la tecnología”.
China, segundo mayor consumidor de energía del mundo por detrás de EEUU, anunció en febrero pasado una ampliación de su capacidad nuclear para uso civil hasta un 5 por ciento del consumo total en 2020, un punto porcentual por encima del objetivo previsto hasta entonces.
La meta anterior consistía en alcanzar los 40 Gigavatios de capacidad en esa fecha, un suministro con el que se podría abastecer a un país como España, pero que representaría sólo un 4 por ciento del consumo de la hoy segunda potencia económica en 2010.
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