(AFP) – El presidente Barack Obama tratará de recuperar la disminuida influencia estadounidense en América Latina en su primera gira regional de cinco días por Brasil, Chile y El Salvador, un periplo que abundará en simbolismo político y menos en sustancia, según analistas.
Obama, en su segundo año en la presidencia, se encontrará con una América Latina con varias democracias sólidas, que pudo sortear la crisis económica mundial y con crecientes nexos comerciales con países como China e India, que han desplazado a Estados Unidos en áreas donde antes dominaba.
“Hay un reconocimiento de que Estados Unidos ya no tiene la influencia que alguna vez tuvo”, señaló Michael Shifter, presidente del centro de análisis Diálogo Interamericano, durante un debate.
“La pregunta con este viaje es si Estados Unidos será capaz de superar los temas que le han impedido ser una pieza más importante del juego, sobre todo en América del Sur”, estimó.
Obama partirá el viernes en el periplo que lo llevará sucesivamente a Brasilia, Rio de Janeiro, Santiago y San Salvador, cuando todavía goza de alta popularidad en América Latina, y a casi dos años de un primer viaje a México y a Trinidad y Tobago, en el marco de una Cumbre de las Américas.
Uno de los problemas que tiene en sus manos es que en varios de los temas más importantes para la región, como migración, lucha antidrogas y comercio, no tiene mayores cosas que mostrar.
“Estados Unidos no está en posición de ofrecer grandes proyectos de cooperación con la región”, indicó Kevin Casas-Zamora, analista del Brookings Institute.
El viaje tendrá “mucho simbolismo político y escasa sustancia”, afirmó.
Obama ha tenido últimamente una agenda desbordada, a lo interno con la progresiva hostilidad de la oposición republicana, y a lo externo con las rebeliones en el norte de Africa y Medio Oriente y el terremoto en Japón, tanto así que la Casa Blanca debió confirmar este martes que el viaje tendrá lugar.
No es sorpresa entonces que “en los últimos dos años la agenda estadounidense hacia América Latina ha tenido un cierto ablandamiento“, dijo Casas-Zamora.
La etapa más importante del viaje es Brasil, donde “buscará la manera de acabar con las múltiples tensiones que han surgido en las relaciones” con un país que ha adquirido relevancia mundial, estimó Peter Hakim, presidente emérito del Diálogo Interamericano.
Obama tuvo roces con Brasil sobre todo por el manejo del tema nuclear iraní, aunque también chocaron por la política hacia Cuba y el golpe de Estado en Honduras, pero con Dilma Rouseff, más pragmática que su antecesor Luis Inacio Lula da Silva, se abre una oportunidad de acercamiento, según los analistas.
“Brasil ya no es un país emergente. Ya emergió y Estados Unidos y Brasil deben aprender a tratarse a un nivel diferente”, dijo Paulo Sotero, director del Instituto Brasil del centro Woodrow Wilson.
Obama tiene además previsto dar un discurso en Santiago para sentar las bases de las nuevas relaciones en el continente. Pero los países latinoamericanos estarán más pendientes de lo que diga en Brasil, porque será el termómetro que mostrará si las políticas hacia la región “cambiarán o no”, dijo Hakim.
El presidente estadounidense hará escala en Chile para destacar los progresos políticos, económicos y sociales chilenos como un ejemplo en la región, indicaron los analistas.
Y su escala en El Salvador estará dominada por la batalla contra el crimen organizado y el narcotráfico.
Las restricciones presupuestarias estadounidenses le impedirán comprometer más recursos para la región, pero seguramente ofrecerá una “mayor coordinación regional (…) que incluya a Colombia y México como actores cruciales” en la lucha antidrogas, dijo Casa-Zamora.
Además, en este viaje se beneficiará del debilitamiento de la campaña antiestadounidense del gobierno venezolano de Hugo Chávez y sus aliados, opinó Hakim.
Obama obviará referirse a Cuba y Venezuela y otros países antagonistas y se enfocará en países con proyectos exitosos, concluyó Shifter.
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