A cambio de sufragar los 25 millones que costará la restauración del anfiteatro del siglo I, Tod’sdella Valle gestionará en exclusiva los alquileres y los derechos de imagen del monumento dentro y fuera de Italia, podrá poner su logotipo en las entradas y en los andamios, y construir un “centro de servicios” en el área arqueológica más protegida del mundo.
El acuerdo fue firmado el 27 de enero pasado, y el Gobierno lo vendió con gran pompa como un acto de generoso por parte del empresario della Valle. Curiosamente, el texto no se dio a conocer, y en gran parte todavía sigue siendo un misterio. El sindicato UIL, muy activo en el campo del patrimonio histórico y la cultura, ha presentado un escrito ante la Fiscalía de Roma y el Tribunal de Cuentas en el que expresa sus dudas sobre el alcance real del contrato y pide que se investigue si hay indicios de delito.
Gianfranco Cerasoli, secretario general de UIL Cultura, explica que el acuerdo se firmó “a gran velocidad después de que el concurso oficial fuera declarado desierto”, y recuerda que “impedirá durante al menos 15 años al ministerio, y por tanto al Estado, que según la Constitución es el responsable del anfiteatro, decidir libremente sobre el uso y la imagen del monumento”.
Además, según Cerasoli, “la valoración del acuerdo es evidentemente baja, ya que cualquier economista sabe que la operación generará como mínimo 200 millones de euros, porque concede a la empresa, mientras duren las obras, el plan de comunicación y la comercialización del Coliseo en todo el mundo”.
Della Valle firmó el trato con el comisario del área arqueológica de Roma, el arquitecto Roberto Cecchi, apoderado por un decreto especial de la presidencia del Gobierno. Cecchi es uno de los nombres que el Ejecutivo emplea desde 2001 para acometer su “puesta en valor del patrimonio cultural”. Su superior, Mario Resca, ex consejero delegado de McDonald’s Italia, fue designado personalmente por Silvio Berlusconi para explotar los monumentos y museos con una visión comercial y privada. Según los críticos, una estrategia populista más, basada en considerar la conservación del patrimonio en una emergencia permanente (lo que ayuda a cerrar contratos a dedo).
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